Blogia
Compartir la Piel

Boceto para una carta. (Sergi Bellver)

Una carta ya escrita, ya sentida, y que algún día espero enviar, cuando encuentre destinataria... También un formulario compartido de nostalgias futuras y querencias ancestrales, para que lo utilicéis si os faltan las palabras un día, si lo deseáis, y decirle a vuestro otro yo que lo queréis con (sana) locura. Porque la vida es lapidariamente corta y no deberíais dejar de decírselo.

Por cierto, a quienes tengo enlazados en mis alas (ya sabéis que me gusta decirlo así, como si os llevara volando conmigo a alguna parte), os he pintado de un color, porque es el color que aparece en mi mente cuando os leo y pienso; simplemente por eso.

Anteayer, de madrugada, vi a un anciano durmiendo sobre unos cartones en el Paseo del Prado. Amontonaba trastos y maletas a sus pies, y en una de ellas, una desvencijada maleta marrón, había escrito esto en rotulador negro, literalmente:

"Maleta para viajar a ninguna parte (impermeable)".

Poetas irreductibles... ¿acabaré yo durmiendo sobre cartones... ignorado por el mundo?

Ahí va, con remite y sello (el de mis dedos):

Boceto para una carta.

Me gustaría estar contigo cuando estás sola y ser parte de ti cuando eres tú misma. Que mi voz pudiera repetir las palabras ocultas que susurra tu ropa, cuando te acomodas en un café, en el asiento que espía tus rutinas y tu esfuerzo, o cuando haces tu nido en el sofá de tu casa, como un hushky en la nieve, y entonces tu vestido, tu impecable traje de cinco días por semana, le cede el privilegio de cubrirte a tu viejo jersey favorito. Que mi voz pudiera repetir las palabras ocultas que susurra la tela, cuando roza tu piel y abre sus fibras al paso de tus hombros, y se deja caer como cortinas desde una estatua, como pañuelo de seda en el suelo de la tarde, sobre tus senos.

Me gustaría poder atrapar esos versos de voces sutiles y atesorarlos en mi memoria. Que de improviso me llegara una brisa desde la acogedora y latente cueva de tu pecho, cuando te dejaras caer en la cama, rendida, pero triunfante, otro día más, otros retos, alguna asignatura adelantada, y con los ojos abiertos exhalaras prolongadamente, dejando escapar el tedio de tus pulmones, dejando entrar la satisfacción en las habitaciones de tu alma.

Me gustaría ser un lecho de plumas extraviadas, de aves sin dueño, de jaulas profanadas, y velar tu sueño envolviendo tu desnudez con el calor de mis verdades aún no confesadas. Porque nos iremos diciendo las cosas con el tiempo, aunque hayan ido antes viniendo como hojas traídas por el viento.

Me gustaría, mucho, poder estar contigo justo cuando creyeras estar a solas, en ese espacio tuyo, poder sin estar ahí compartirlo. Percibirte cuando no hay idiomas ni puentes, cuando eres tan sólo tú, contigo, satisfecha, contemplativa, tranquila, o reflexiva, y no es necesario traducir sensaciones en palabras, ni cruzar desde una orilla a otra, desde emociones e ideas de tu mundo a las de otro, ni aunque sea el mío.

Me gustaría tanto poder ser un trozo tuyo, un instante propio de tu tiempo, un latido, un pensamiento desechado, un sentimiento apenas intuido, una pieza del engranaje de tu día a día, ser el espejo cuando en él te miras y te gustas en lo que no puedes ver, ser el brillo de tus ojos en tu mejor sonrisa de la jornada, la sangre cansada de tus pies, las fugaces brasas entre tus manos cuando las frotas para ahuyentar el frío, los senderos de tu cuerpo por los que resbalan el agua y la canción privada que destrozas en la ducha.

Me gustaría, más que cualquier otra cosa, habitar en ti, exiliarme en tu patria, y cuando regresaran mi piel y mi mirada serena a tu lado, tuvieras la extraña pero diáfana sensación de que nunca me hubiese ido antes.

Apenas tendríamos motivos para contarnos nuestras cosas, pues habríamos sido testigos desde las plateas más insospechadas, y aún así nos recrearíamos con placer en ello, por religar (porque tú serás mi religión, niña, y tu cuerpo mi templo) y reanudar los lazos.

Cómo me gustaría sentirte así, sin el más mínimo disfraz, sin el menor vestido. Y acaso al estar contigo, aún en la distancia, oirte decir sin hablar que también me has sentido.

Escrito por Sergi Bellver amigo escritor y poeta visitalo en alas de albatros

3 comentarios

NADA -

¡Qué maravilla Sergi! Me ha emocionado la lectura de tu escrito. Directo al alma...
¡Felicidades!

Rafael P. -

Bestial....vaya bienvenida, que lujo de frases, que deleite leerlo...
Habrá que seguir a Sergi....
Un abrazo.

Jorge -

¡Que grata sorpresa! Crear lo que sea en la vida es por demás un triunfo personal extraordinario, nos llena de orgullo y un gozo interno en el alma, compartirlo en una necesidad, un gusto, hasta una obligación diría yo.

Te felicito por tan bella creación y estoy seguro que bañaras a todos tus lectores con el encanto de tus poesías y los seducirás suavemente con tu personalidad ardiente llena de pasión que llevas dentro te tu ser.

Tu amigo que te quiere.

Jorge.