Otra de taxistas
Se había casado con una hermosa venezolana, y esa boda era la coronación de una exitosa carrera de empresario que empezó cuando salió de Lima en busca de fortuna y huyendo de la crisis de los ochentas en el Perú.Un día se sintió mal y visitó al doctor casi llevado de la mano por su mujer. El diagnóstico fue cáncer. No le quedaba mucho tiempo, así que para hacer menos difícil las cosas, puso todo su patrimonio a nombre de su mujer y regresó al Perú para ver por última vez a los parientes que dejó.
En Lima le sugirieron que buscara otra opinión médica. Los análisis revelaron que estaba perfectamente sano.
Volvió a Caracas. Su casa y sus empresas habían sido vendidas. El consultorio del doctor había desaparecido. Y su mujer parecía no haber existido nunca.
Fue así, tal como se lo cuento. Parece mentira, pero es verdad le dijo el taxista al asombrado pasajero.
Seguro ella le dio algo para que se sienta mal.
Sí. Y el doctor, sin duda, era cómplice acotó el taxista. Pero, ¿sabe una cosa? Yo ya me daba por muerto. Es cierto que ahora no tengo un centavo, pero me queda la vida. Puesto a escoger entre enfermo terminal y taxista, habría optado por este último destino, que finalmente me tocó.
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Esta historia no debe de ser real, pero si el taxista existiera, no lo sería por mucho tiempo. La vida de la gente cambia cuando adquiere la plena consciencia de que nuestro paso por el mundo es temporal. Todos sabemos que nos iremos algún día, pero nos comportamos como si fuéramos inmortales
Oscar Orellana Casas
Al margen de los equinos
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Gracias amigo por compartir tu relato y autorizarme a publicarlo en mi pagina.
2 comentarios
Rafael -
Y por supuesto, agradecer esas letras a Oscar Orellana Casas y permitirnos conocerle...
Abrazos¡¡¡
Raquel -
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Gracias :)