Un mensaje que recibi en mi correo electronico y deseo compartir con ustedes:
Tu misión en la vida no es cambiar el mundo. Es cambiarte a ti. No hay soluciones «externas», sino soluciones «internas». Cuando estés cansado y harto de estar cansado y harto, cambiarás.......
¿Has observado que algunos días, en la carretera, parece que todos van a por ti ? Sobre todo cuando has salido de mal umor de tu casa. O como cuando sales furioso de la oficina y al entrar en el metro todo el mundo te empuja. La recíproca también es cierta. ¡ Qué diferente parece el mundo cuando estamos enamorados !
El mundo es un espejo: lo que sientes por dentro te contempla desde fuera. Y por eso no puedes mejorar tu vida trabajando sobre los aspectos exteriores. Si la gente de la calle te parece hostil, el cambiar de calle no resuelve nada. Si no se te respeta debidamente en tu trabajo, el cambiar de empleo tampoco es solución.
Muchos lo hemos aprendido al revés: «Si no te gusta tu empleo, búscate otro», nos han dicho. «Si no te gusta tu mujer, cambia de mujer». A veces cambiar de empleo o cambiar de pareja es lo más oportuno. Pero si no cambias tú también, cuando vuelvas a empezar probablemente será lo mismo.
El capitán Gerald Coffee estuvo siete años prisionero de guerra en Vietnam del Norte. Él mismo ha comentado su cambio de actitud: «Al principio rezaba a Dios pidiendo que cambiase mi situación.....Dios mío, devuélveme los últimos cinco minutos antes de mi captura, que cambiaré el rumbo a otra parte.....Dios mío, por favor, que ganen los americanos y me saquen de aquí......»
«Con el transcurso del tiempo -prosigue-, mis oraciones fueron diferentes.... Deseé convertirme en una persona mejor y no sólo sobrevivir, sino que mi experiencia como prisionero de guerra me aprovechara de algo». Antes deseaba un cambio en sus circunstancias; después pasó a preferir un cambio en sí mismo. Con esto descubrió un principio fundamental y a partir de entonces empezó a ver un sentido en su situación.
Cualquiera que sea la nuestra, estamos en ella porque la situación tiene algún tipo de enseñanza para nosotros. ¡Por eso estamos aquí! Pedir a Dios que cambie nuestra situación no conduce a nada. ¡Mientras no hayamos cambiado nosotros, seguiremos necesitando esa situación!
Si María tiene peleas en su matrimonio, es ella quien debe cambiar, aunque diga: ¡ Dios mío ! Si quisieras cambiar a mi Federico me harías feliz. ¡ Error ! Federico está resentido con María y se niega a cambiar. María pide el divorcio y un año después oímos que dice: Dios mío ! Si quisieras cambiar a mi Ricardo...
Cuando decimos «Dios mío, por favor, cambia mi circunstancia y ahórrame la molestia de cambiar yo» demostramos que no hemos entendido nada. La petición debería ser «Cámbiame a mí, cambia mi manera de pensar sobre esto». Cuando se modifica nuestra apreciación de las circunstancias, ellas se modifican.
¿ Parece demasiado ingenuo lo que antecede ? Considerémoslo a la luz de la física: Hace trescientos años, en plena vigencia del modelo Newtoniano, se creía que todos los objetos tenían una realidad inalterable y definida. Pero hoy, la física cuántica y el principio de indeterminación de Werner Heisenberg presentan un panorama diferente, según el cual la observación altera la naturaleza del hecho observado.
¿Qué significa para nosotros, en nuestra vida cotidiana ? La física corrobora lo que siempre habían enseñado los maestros espirituales: que la presencia del observador influye sobre la cosa o la situación observada. Cuando tú cambias tu pensamiento, tu vida cambia. Enmendar el rumbo de la vida es un trabajo interior. No se necesita una acción concertada con nadie más. Cuando tú te mueves, el mundo se mueve. En la medida en que tú cambias, los demás agentes de tu vida cambian....o desaparecen reemplazados por otros. Y mientras te ayudan a asimilar tus enseñanzas, tú los ayudas a vivir las que ellos necesitan.
En las relaciones, trabajar sobre ti mismo da resultados. Querer cambiar a los demás no da resultados.
¡¡Asi que a cambiar nosotros primero!!.
¡Excelente fin de semana!
Claudia